La torre del rey, una imponente fortificación en Oropesa del Mar

En la colina que separa la playa de la Concha y la playa Morro de Gos se alza el faro de Oropesa del Mar, que avisa a los barcos que se aceran demasiado a la costa que ahí está la población y que es mejor que mantengan la distancia. Junto a esta moderna edificación se encuentra otra que cuenta con varios siglos de antigüedad y se yergue vigilando el horizonte. Se trata de la Torre del Rey, una de las torres de vigilancia de las costas castellonenses que protegieron durante cientos de años a los oropesinos de los ataques de los piratas berberiscos.

Fue construida durante el año 1423 y el año 1428 y durante toda su existencia ha experimentado varias modificaciones que han fortalecido su aspecto, dándole la presencia que se puede ver en la actualidad.

Esta torre ha pasado por las manos de varios propietarios hasta la actualidad. En el momento de su edificación fue propiedad del rey Fernando I de Aragón, aunque después fue vendida a Joan de Cervelló. Fue su hijo, Pere de Cervelló, quien la vendió de nuevo al rey Felipe II. Este la mantuvo bajo propiedad de la corona y en el año 1576 pasó a formar parte de la dotación de la Guardia Costera del reino de Valencia.

La Torre del Rey pasó a ser propiedad de la Diputación de Castellón, aunque a partir del año 2007 se cedió all Ayuntamiento de Oropesa del Mar, convirtiéndose en un argumento turístico más de la población costera. Desde la Oficina de Turismo de la población se organizan visitas guiadas a lo largo de la semana. Basta con acercarse hasta la Tourist Info de la plaza de París, junto a la playa de la Concha y preguntar por las visitas programadas o por la posibilidad de visitarla en ese momento.

La visita permite recorrer todas las estancias de esta fortificación, que en sus mejores tiempos contó con una dotación de 14 soldados y que sirvió como primera línea de defensa ante los ataques piratas.

La Torre del Rey de Oropesa del Mar es la más grande de las tres que se encuentran en la población, ya que en la Vía Verde se alzan la Torre de la Cordà y la Torre Colomera, de menor tamaño y forma circular, controlando los acantilados y pequeñas calas que se abren junto a la antigua ruta ferroviaria.